martes, 13 de octubre de 2020

ABRAZO EN FORMA DE PALABRAS

 Has sido muy osado. Llegas a este mundo en un año como este, y tal día como hoy: martes y 13. Todo un triunfo, a pesar de no creer demasiado en supersticiones y de asociar más bien el 13 y el martes a un grupo humorístico que marcó nuestras vidas, y no a la mala suerte, pues eso que ganamos. Has sido fuerte y osado por llegar al mundo de una manera excepcional, en un momento en que este mundo lo es tanto, pero tú has entrado con fuerza, con mucha hambre y con ganas. Eres vida en un mundo que la necesita más que nunca.

Tendrás la mejor de las maestras en tu entusiasta hermana, mi primera sobrina; esa que con casi ocho añitos ya, no ha perdido ni un ápice de la misma verdad que derrochaban sus manos cuando bailaban de pequeña, su sonora risa, sus juegos y su increíble personalidad de artista. Una artista muy especial que será una especie de segunda mami para ti, y que ya lleva años ensayando con sus muñecos para cuando llegara el momento de que lo que tantas veces pidió para Reyes Magos fuera por fin una realidad; eres por fin tú, Mario. Te pidió para los Reyes Magos en más de una ocasión y resulta que los reyes le han demostrado que sí, que hay magia, y que ellos son capaces de hacerla cuando menos te lo esperas...has llegado así: como el mejor regalo de reyes que Martina pueda tener jamás.

Te estoy abrazando con estas palabras porque el 2020 no me permite hacerlo de otra forma, al menos de momento. Porque en estos tiempos los  instantes en que surge la vida _ y también aquellos en los que se va_ por desgracia se tienen que vivir en la más absurda y cruel intimidad...Nosotros, que somos especialistas en tener una tropa de gente, fuera o dentro de la familia, apoyando siempre en este tipo de situaciones. Un nacimiento siempre se ha vivido en nuestra familia con tumulto, con ruido, con gente entrando y saliendo..., somos así. Y esto del 2020 no es sino una prueba más de que por encima de las circunstancias hay algo superior a la distancia social de la que tanto se habla, y yo sé que hoy tus papis no han parado de recibir muestras de cariño a través de palabras, fotos y llamadas telefónicas que suplen ahora las muchas visitas que habríais recibido de no ser por esta historia tan extraña que nos ha tocado vivir. 

Pero, ¿sabes una cosa?... esto no es más que otra prueba. Tú aún no lo sabes pero tu mami es muy fuerte. Ya ha tenido que superar en su vida muchas vicisitudes, por llamarlas de alguna forma, y, siempre, siempre, ha demostrado que puede con todo. Tú aún no lo sabes, pero tu papi también es muy fuerte...Y siempre está ahí, para ayudar, para sacar su templanza si hace falta y para tirar de la mano de mami, formando ese precioso tándem que es tu familia. En breve lo verás tú y no hará falta que nadie te lo cuente.

Y por si todo esto fuera poco, vas a tener también a tus abuelos. Sus actos, su recuerdo y sus vidas ejemplares te enseñarán que en la vida el sacrificio, el esfuerzo y la bondad son las claves para llegar tan lejos como quieras. Tus abuelas son capaces de todo, diría que más duras que el hierro y con tanta capacidad para amar incondicionalmente, que no temen nunca hacer oídos sordos a sus "achaques" con tal de cuidar a sus nietos, a Martina y ahora a ti, Mario. Créeme que así será. 

Hoy mientras esperábamos tu llegada en casa de tus abuelos paternos, tu abuela Ana te terminaba una mantita preciosa que ha cosido con todo el esmero para ti. Me contaba que esta vez le ha costado mucho, porque con 70 años recién cumplidos la vista ya no es la que era, la espalda y los brazos se le cargan mucho al tomar la posición que la labor exige y ha tardado mucho más. Pero da igual, Mario, tu abuela lo ha conseguido, la ha terminado para ti, por ti, porque eres su nieto y esa es su forma de abrazarte ahora mismo, hasta que pueda hacerlo por fin de verdad...Y es una mantita preciosa.

Todos te abrazamos ya, pensamos en ti y nos sale una sonrisa. Ya te queremos sin haberte olido, y una instantánea mostrando tu carita y tus largos dedos, esa nariz chatunga que ya se advertía en las ecografías ha sido hoy el mejor regalo, el que convierte al 13 en un número precioso y al martes en el mejor día, sin duda, de esta semana...Porque eres el mejor regalo para Martina, tu hermana, y porque has traído a nuestras vidas un poquito de esperanza. 

                                                
                                                    Con todo mi amor, tu tita Ana.



lunes, 6 de julio de 2020

Un amor cualquiera...mi segunda reseña como Nobelera con B.



Hace unos días, como cada vez que sucede que tengo correo de la Nobel, leí la carta que Marienca (a quien espero que no le moleste que la nombre en la mía) nos envió con la reseña sobre el libro que Rafa eligió para ella y nos vino a decir, entre otras muchas otras cosas bonitas sobre la Nobel y sobre su experiencia en el confinamiento, algo en lo que coincido plenamente con ella: Rafa te elige un libro y siempre acierta, con ese radar librero que cada vez atina más y falla menos…

Creo, desde hace mucho tiempo, en la empatía, y quería empezar esta reseña diciendo que empaticé con la tuya, con tu reseña, y, sin conocerte, Marienca, empaticé también contigo. Son esas sinergias de las que hablabas, las cartas y estos correos que nos unen sin habernos visto, o que nos ayudan a conocernos cada día más, creando lazos invisibles, esta vez, a través de un sinfín de palabras que pululan por la red y nos permiten conocer muchas historias, no solo las que están escritas en los libros de los que hablamos, sino las de quienes poquito a poco estamos de paso por la Nobel, con mayor o menor recurrencia, dejando una parte de nuestra esencia en el brillo de esas estanterías…formando parte de una especie de “familia Nobelera”.

Y digo todo esto antes de empezar a hablar de “Un amor cualquiera”, de la escritora estadounidense Jane Smiley, porque este libro también, o sobre todo, habla de familia…esta vez, de esa que no elegimos, como suelen decir por ahí, porque es la carnal…Una familia no demasiado típica, diría yo, aunque…¿quiénes podrían decir que la suya lo es? Las marcas de ejemplaridad de una familia se ven más en la imagen que esta proyecta al resto del mundo que en las que existen entre quienes la conforman. Una cosa es lo que somos, y otra lo que de nosotros el resto ve, o cree que ve…Pero en el fondo todos y todas sabemos que no existe la familia perfecta, o que la familia más perfecta es aquella que está plagada de imperfecciones, o incluso de alguna traición, y a pesar de todo, los lazos permanecen ahí, aun cuando la distancia física está marcando a una madre como Rachel, que tras muchos años vuelve a encontrarse en su casa con sus tres hijos: Michael, Joe y Ellen. Justo ahora que son mayores, y que ese reencuentro podría significar más para ella un conocimiento nuevo sobre cómo piensan, viven y sienten cada uno de ellos, o en qué se han convertido en su ausencia, que simplemente el regreso de unos hijos a casa…

Pero esta novelita que se lee en dos ratillos y medio es también el descubrimiento de su ex, Pat, a quien creía que conocía bien y que aparece en la historia siempre desde los recuerdos sorprendiendo mucho más si cabe como padre que como marido. Aquí también vemos la historia de una separación, de un divorcio que cambia el rumbo de esta familia para siempre…

Hablaba yo al principio de que la familia perfecta no existe…A menudo las obligaciones familiares las marcan los actos cotidianos que realizamos junto a nuestros seres queridos, junto a los de nuestra sangre, y que van desde acudir a eventos juntos, celebrar los cumpleaños o simplemente, tomar un desayuno mientras el día termina de llegar. En “Un amor cualquiera” asistimos como si fuéramos los vecinos de al lado, escondidos tras los visillos de la ventana, sin que nadie perciba nuestra presencia, a charlas reveladoras entre madre e hijos en torno a una mesa y conversaciones espontáneas con olor a café, o al humo de esos puritos atados con un hilo rojo que ahora fuma uno de los hermanos gemelos, tras su regreso de la India. Con la diferencia de que nosotros, lectores y lectoras, aparte de vecinos “cotillas” sí escuchamos qué se cuenta esa familia ahora, y sí conocemos conforme nos acercamos al final, todos esos secretos que tanto la madre como los hijos han tenido a bien ocultarse durante tantos años…a pesar de haber estado escribiéndose cartas de vez en cuando. Secretos y miserias como las de una familia cualquiera…

Y en un lugar destacado dentro de la narración, el encuentro fraternal de los dos gemelos, Michael y Joe, que, también después de mucho tiempo separados, restablecen esa conexión de antaño tan inexplicable, tan…¿mágica?...que parecen tener los seres que nacen casi al mismo tiempo, que son prácticamente iguales para la mayoría, pero que una madre siempre distingue a la primera…

Esta historia está escrita con naturalidad, sin demasiadas descripciones ornamentales, pero sí las necesarias para que advirtamos que la genética es un factor más, pero no determina demasiado que por ejemplo estos gemelos tengan que comportarse necesariamente de la misma forma…¿A quién no le ha molestado alguna vez que lo comparen con su hermano o hermana? En este caso si hay algo que podemos observar en ellos, aparte de una extraordinaria complicidad, es la diferente personalidad de cada uno, como si hubieran burlado las leyes de Mendel a pesar de todo…

A través de las reflexiones de Rachel, en un tiempo narrativo presente, fresco y dinámico, con diálogos directos y sin pretensión de grandilocuencia, vamos desgajando cada una de las historias que componen las vidas particulares de los miembros de esta familia en situaciones tan cotidianas como un pícnic que los acerca un poco más en apenas tres días de convivencia.

Esta es la historia de “Un amor cualquiera”, que en realidad nos demuestra que en todas las historias de amor, por diferentes que sean a la nuestra, al final existe un deseo común que suele ser siempre alcanzar esa añorada felicidad de la que nos han hablado tanto desde pequeños. Aunque ello suponga abandonar el nido familiar, para tarde o temprano terminar regresando a casa, y comprobar que los olores, los sabores, las luces y las sombras siguen siendo los mismos, a pesar de lo que el tiempo haya hecho en cada uno de nosotros y a pesar de nuestros cambios.


viernes, 21 de diciembre de 2018

6 de enero

Olga reprendía a su hermana Elena por el hecho de tener que ser ella, al ser la mayor, quien tuviera que utilizar sus delicados deditos para desenredar la maraña de espumillón que había sacado de la lata de Palacios que reinventándose a sí misma, ahora servía año tras año de refugio para los adornos, estrellas, lucecitas y demás cachivaches que solían salir a tomar aire en los días prenavideños.
Elena acudía a ayudar a su hermana, sin dejar muy lejos aquella intrigante historia que sostenía entre las manos, un libro de una tal Pippi Calzaslargas que había sido reeditado por Blackie Books ese mismo año y que no podía parar de leer...En el trayecto iba improvisando pasos de baile con esa postura tan erguida y tan propia de una bailarina profesional que había adquirido en sus clases de ballet desde pequeñita.
-¿Te gusta así, Elena?- decía Olga mientras colocaba en el centro del árbol aquella esfera de papel pintado que tenía un pequeño número en su centro escrito en tinta blanca sobre fondo negro, como si imitara la tiza en una pizarra...
-¡Qué raro que estos adornos estén numerados!-decía Elena como si pensara en voz alta -dice mami que es cosa de la Ana Villegas...
Al fondo, Alfonso preparaba la cena en la cocina mientras decía a las niñas que hicieran una pausa en sus tejemanejes y pusieran la mesa antes de que llegara la mamá.
-Yaaaa vamoooos.
Entretanto la escena fue interrumpida por el familiar sonido de unas llaves que se agitaban tras la puerta de la casa y que anunciaban que mamá llegaba por fin.
-Holaaaa, ¿qué es todo este caos? ¿Por qué no me habéis esperado para sacar todo esto?
-Las niñas, ya sabes, no aguantaban y tú no venías.
-Ayyyy, es que en Pechina las evaluaciones han sido interminables, pero ya estoy aquí, cenamos y seguimos "navideando".
Nunca cenaron tan rápido como aquella noche, incluso recogieron las niñas la cocina en un santiamén impacientes y nerviosas por coronar por fin aquel arbolito con el mejor de todos los adornos que había; lo compraron aquel fin de semana de septiembre en el mercadillo de Rodalquilar. Les encantaba aquella zona, las playas de Cabo de Gata...Las dos pequeñas disfrutaban como mayores de ir de tapicas y como niñas del playeo. Eran días de verano que seguían presentes también en invierno, un invierno que cada vez era más cálido y soportable por aquella zona. La estrella de aquel árbol no era una estrella cualquiera: se trataba de una gran estrella de mar de la que las niñas se enamoraron en aquel rastrillo del domingo. La colocó por fin Elena, subida a hombros de su padre para llegar a la cima del frondoso pino que luciría durante un tiempo en el mejor rincón del salón. Una vez izado aquel astro que brillaba más por su sal que por la purpurina, llegaba el momento culminante. 
-Espera, papi, espera, voy yo a conectarlas-dijo Olga como si el hecho de ser la mayor le diera permiso para inaugurar oficialmente la Navidad en aquella casa. Momento mágico donde los haya era el del encendido de la luces y la niña lo hizo creando toda la expectación que el ritual merecía.
-¿Qué cantas, mami? ¿Qué canción es esa?- preguntó Elena muerta de la risa, al oír a su madre tararear una pegadiza estrofilla que unos conocidos grandes almacenes habían tenido a bien ponerla de sintonía de su anuncio de televisión. Sonaba tal que así:
En ese preciso momento Olga hizo la pregunta del millón:
-Mamá, ¿qué le vas a pedir a los Reyes Magos este año?
-Pues, nada, bueno sí, una cosilla: corazoncitos y nubes...¿Y tú?
-Yo voy a pedirles una brújula dorada...
-¿Una brújula dorada?-preguntó la mamá extrañada- ¿para qué?
-Para ayudar y orientar a los niños y las niñas que lo necesiten como siempre haces tú.



viernes, 27 de abril de 2018

Me perdonarán, poetas...

Ablandada está la piedra,
palpitando sus entrañas,
cae la lluvia, 
 tan sincera,
de arriba precipitada,
las porciones frías de tierra 
con lentitud desbarata;
acaban de dejar los amantes de mirar las musarañas.

Abandonando sus cuerpos,
amorosas artimañas,
despreciadas ve el mundo sus ropas
 que quedaron tan mojadas,
en un rincón cualquiera
del tiempo,
 esperan casi olvidadas.
Gemidos, golpes, lenguas,
 como fieras
atropelladas.
Lamiéndose están la carne.
Cesa en silencio la lluvia y
sorprende la mañana.

Entre el azul, un beso,
valiente
se les escapa,
como si fuera preso,
deja en el aire 
un eco,
entre cansancio y resaca.
Imagen del puro deseo en sus pieles de lisa plata.

 Tan despiadado es el sol y
sus nubes de blanda nata
que torpemente ya llegan,
queriendo hacerse un hueco
en esta cama de calma.
Dos almas medio dormidas que desata la alborada.

domingo, 18 de septiembre de 2016

Hilos invisibles

Pues sí, resulta que llega ese momento para todas, o para todas las que quieren y pueden. Sí, sin casi darse cuenta, ya son madres, y eso supone un cambio radical. Ha sido un verano lleno de cambios, por unos u otros motivos, pero con un nexo común: sus bebés. Adaptaciones del espacio, noches de poco descanso, preocupaciones incontrolables (a veces exageradas porque son primerizas) y así, van disfrutando de cada nuevo gesto en la carita de esa criatura que ha estado creciendo dentro de ellas durante 9 meses (o un poco más, o un poco menos) y que hoy es la suerte de sus vidas.
La mía duerme dos horas del tirón, el mío tres, ayer soltó una carcajada cuando su prima la cogió, el mío es un bendito, se queda dormido apenas termina su bibe, la pediatra dice que son gases, este es que tiene el sueño cambiado, la manzanilla aún no se la doy, es demasiado pequeñita...conversaciones de madres que se entregan y se entregarán al cuidado  de ese bebé con la mezcla justa de ilusión, nervios y alegría propia de lo que te llega porque lo has buscado...junto a la persona que amas.
Creo en ellas porque sé que son fuertes y sé que sirven de ejemplo, igual que nuestra madre lo es para cada uno. Son mis amigas, han vivido juntas sus meses de embarazo y ya ¡son madres! Eso las hace aún más especiales de lo que ya eran, y, paradójicamente, también las iguala a muchas otras mujeres. Cada una lo hará a su manera, pero serlo hace que se cree un hilo transparente de complicidad con el resto de madres del mundo. Y no hablo del grupo de whatsapp ese que dicen que tienen todas las de los niños de una misma clase...no, por Dios, no es eso. De qué sensaciones se compone ese hilo que las conecta difícilmente podría yo explicarlo aquí, pues, para eso, tendría que convertirme en una de ellas también. ¿Quién sabe? Ojalá pueda explicarlo algún día. Creo que lo soy, pero aún no me he convertido en madre. Tú también lo eres y lo sabemos las dos. Solo nos falta convertirnos...
Ese hilo no, pero tengo otros de todos los colores, que junto a telas, acericos, dedal, imaginación y mucho amor he ido disponiendo con mimo, para crear algo con mis manos y mi corazón. Algo para ellos, los bebés, pero también para ellas. Porque siempre lo he tenido, pero últimamente ese instinto está a flor de piel. Salen cositas de mi cabeza, las transformo en algo material, que está impregnado de todo mi cariño, sensibilidad y amor absoluto hacia vosotras,...al fin y al cabo, vosotras y vuestros bebés son los que lo habéis inspirado, y eso le otorga otra naturaleza diferente. Para algo más que para coser un bajo de un vaquero tienen que haberme servido las mañanas de verano en corte y confección en casa de mi tía Mercedes. 
Os quiero, "churris".




p.d. Disfruté como una enana pintando vuestras barrigas. Mil gracias por dar rienda suelta a mi imaginación, y siempre, por confiar tan plenamente en mí. 

domingo, 17 de julio de 2016

Asignatura pendiente...

Desde hace tiempo me rondaba hacer esto. Pasan los días, y los años, y era una especie de asignatura pendiente. Quería hablar de ti aquí, de ti: Mona Moon, la artista antes conocida como Carmen Gómez.
Para quien no lo sepa, es mi prima, mi primica hermana, y, lo cierto es que desde que tengo uso de razón (si es que lo tengo), la recuerdo cerca de mí. En la escuela, en EGB, esa que nos enseñaba tanto y que nos ayudó a ser como somos, a valorar el paso por ella, y a todas las maestras y maestros, que pusieron su granito de arena para que al final optemos por el camino que optemos, nos sintamos orgullosos de quienes somos, por encima de lo que hagamos para ganarnos la vida.
La recuerdo también en todos los cumpleaños, esos que se celebraban solo con chocolate y bizcocho casero, en los garajes de las casas (en la mía siempre se llamó "el almacén"), pero con mucha familia alrededor y muchos juegos en la calle; en reuniones de Tupperware...en mi familia fueron muchas, y era momento de encuentros entre primas, madres, primos,.. "Mi infancia son recuerdos/de reuniones de Tupperware"...me encanta decir esto.
La recuerdo en aquellos domingos de verano en que todos nuestros mayores se ponían de acuerdo para pasar el día en el arroyo de Celín...lo más parecido a un parque temático que teníamos por aquel entonces. Y uno de los momentos más esperados de las vacaciones: los baños en Punta Entinas, o en Percheles; el coche lleno hasta los topes y carretera hacia la playa...y con la sal puesta y la arena en los pies vuelta a casa antes de comer. 
La recuerdo en todos y cada uno de mis días, porque estábamos muy cerca, y aunque no estuviéramos cerca, estábamos juntas. En el instituto, en la universidad, en su proyecto de fin de carrera, en sus prácticas en una piscifactoria, también cuando llevaba el coche lleno de colmenas para la lucha integrada en agricultura, en diversas situaciones de diferente índole en las que siempre la vi dar lo mejor de sí misma. A pesar de la dureza de algunos de esos trabajos y de algunos malos tragos, porque, también hay que decirlo, tiene un imán para desafiar continuamente la Ley de Murphy...siempre la vi afrontar los vaivenes con determinación, con valentía y con optimismo.
Un día decidió matricularse en la Escuela de Artes, y, no contenta con ir ella también nos arrastró a Tomás y a mí. Debo decir que, salvo alguna excepción, siempre me he dejado convencer por sus ideas, por sus sugerencias,...que no sé decir que no ¡vaya! Y aunque yo no terminé mi ciclo, fue una experiencia inolvidable, recomendable al 100%.
Pero ella sí lo terminó, con muy buena nota, además, y, con la ilusión y entrega propias de una cría pequeña, decidió ser Mona Moon, la artista antes conocida como Carmen Gómez, dando así a su vida un cambio radical. 
Hoy día está muy de moda eso de decir "jóvenes emprendedores que apuestan por su negocio", o "el futuro está en las pequeñas empresas",...Yo no estoy hablando del esfuerzo que supone crear una empresa para obtener beneficios cada vez mayores, no, para mí el valor de la hazaña de Carmen Gómez (o Mona Gómez, o Carmen Moon) está en apostar por tus ideas, por tu creatividad y por tu capacidad para desarrollar un producto que no es solo un producto, sino algo que se convierte en arte desde el momento en que surge en tu cabeza, y ser capaz, también, de darle a esa especie de "hijo" un valor en el mundo comercial, vender tu marca, tu sello, como si no hubiera otro igual, (de hecho, no lo hay)...eso es lo que más admiro. Creer en ti misma hasta ese punto, e ir dándole un poco en las narices a quienes consideraran en un primer momento que llevar a cabo tal empresa era poco menos que una locura. 
Tener el empuje, las ganas, pero sobre todo, la ilusión, la que veis todos los que la conocéis, cada vez que aparece. Porque si hay alguien que transmita ilusión en todo lo que hace esa es mi primica hermana. El movimiento se demuestra andando, pero en ella, más bien será creando. 
Y así,...descubres que aquella que estuvo a tu lado desde que tienes uso de razón, no solo en los momentos buenos, sino en todos los momentos, ahora es una mujer luchadora, fuerte, risueña, bonita,...capaz de transmitir esa fuerza no exenta de bondad, claro está, cargada de valentía, y que ahora vive en una "luna" que es tan mona como los bolsos que fabrica en ella, perdón, que crea. Y los crea con la maestría y el empuje de quien se siente diferente y sabe que es original. Una suerte asistir desde tan de cerca a todos tus logros, y ser parte de aquello que es tu sueño. Te mereces lo mejor. Te quiero. 
Larga vida a Mona Moon, larga vida a Carmen Gómez.

martes, 9 de septiembre de 2014

Creer y crear...


Porque a veces pasa, y cuando pasa hay que ser lo suficientemente inteligentes y fuertes como para dejarse caer hasta el abismo y ahí, en ese pozo oscuro y solitario, tener agallas para levantarse, y rasgarse los nudillos del corazón hasta salir a flote. El corazón lo soporta todo y esa es la razón por la que se nos pone a prueba...las pruebas de la vida, las pruebas del corazón, los momentos en el pozo son imprescindibles: ¿cómo si no vamos a demostrarnos a nosotros mismos hasta dónde somos capaces de llegar por amor? Ese amor que nos une y nos separa, nos hace llorar de alegría, o reír de pena, sí, porque de pena también se ríe...porque por encima de los miedos, de esas decepciones, estamos nosotros mismos...y reírse de todo es casi siempre una buena solución.
Luego, arriba, y ya con luz, cuando todo se va poniendo en su sitio, descubrimos que, efectivamente, lo hemos logrado, porque todo está en la mente, y porque somos capaces, capaces de todo. Se puede conseguir, se puede volver al principio y eso no supone estar estancados, no, mi ángel...Se puede estar ciega y verlo todo blanco al mismo tiempo, o volver a verlo claro de repente. Los daños se pueden reparar...las palabras devuelven los malos pensamientos al lugar del que no deberían haber salido nunca, y es tan fácil que parece muy difícil. Pero al final solo se trata de hablar, de emitir mensajes  _da igual cómo_ yo soy más de escribir, pero el medio no es lo importante. Lo más importante es ser conscientes de que las palabras que decimos son tan importantes como las que recibimos. Nadie tiene más derecho, no se trata de hablar más, se trata tan solo de escuchar lo que nos tengan que decir...aceptar que somos humanos, y que podemos reírnos de todo esto. Y avanzar...avanzar volviendo al principio, ...¿y qué si se vuelve al principio dieciséis años después? ¿Es que acaso no podemos ser capaces de hacer magia sin ser magos?
Tan fácil como creer y crear...