Sábado por la mañana. Finales de Abril. La madre entró en la habitación, como siempre, y sin levantar la persiana, entre el tenue claroscuro del día, se acercó a la cama y acarició la frente de la niña, que, perezosa y somnolienta, entreabría con esfuerzo sus grandes ojos verdes.
-Vamos, cielo, es hora de levantarse.
-Mmm, qué sueño, mami.
La madre le sonrió y tomó tiernamente su pequeña manecita y la sostuvo unos minutos en el aire. Amorosamente, recorrió cada uno de los tiernos deditos con su palma, entre las luces y las sombras que entraban por la ventana, y el sonido envolvente de las olas del mar a escasos metros.
-Mami, ¿tú crees en los ángeles?
-Sí, cielo.
-¿Alguna vez has visto alguno?
-Sí- dijo la madre sin titubeos.
-¿Es verdad que pueden volar?
-Los ángeles tienen alas, y hacen volar a quienes aman, y los protegen y cuidan. Los ángeles vuelan, mi cielo.
-Y...el ángel que tú viste...¿te hizo volar?
-Sí...muchísimas veces-dijo la madre con los ojos más húmedos que cuando entró en la habitación.
-¿Lo sigues viendo?
-Sí, cariño, todos los días.
-¿Dónde?, mami, ¿dónde está?- preguntó la niña inquieta dando un bote e incorpórandose mientras sus ojos se abrían llenos de sorpresa.
-En tus ojos...
-¿Lo querías mucho?
-Lo quiero, lo querré siempre, siempre de todos los siempres...
-¿Cómo se llama?
La madre abrazó a la niña y le dio un beso en la mejilla, y casi sin poder contener las lágrimas le dijo:
-Como tú...
A TODOS LOS QUE CREÉIS EN LOS ÁNGELES; A TODOS LOS QUE SOIS ÁNGELES, LO SEPÁIS O NO; A TODOS LOS QUE HABÉIS SENTIDO ALGUNA VEZ LA PRESENCIA DE UN ÁNGEL EN VUESTRA VIDA...
Hacer que tu ángel te haga volar de nuevo. Y hacer que nunca vuelvas a dudar de ellos.
ResponderEliminarSerá porque mi madre también me habló de los ángeles cuando era pequeña que creo en ellos a pies juntillas.Es más, siempre he creído que me acompañaba uno, o varios.
ResponderEliminarUn beso.
Bea
No dejes de creer en ellos, porque siempre, aunque no lo veas, y no sepas dónde está, ese ángel está contigo, o están contigo.
ResponderEliminarYo he tenido la suerte de verlo, y saber quién es, y sólo espero que no me abandone, nunca más. Te quiero. ANITA.
Yo creo; desde hace poco, pero creo... Llegó a mi vida un mes de septiembre y es tan terrenal, que depila a diario sus pobladas cejas, y adora el Diamante líquido _sí, sí que existe_. Y ríe ; ríe mucho. Y llora... Un regalo de la vida. ¿Tanto me debe el destino que me paga con este ángel tan fieramente humano?
ResponderEliminarMe has hecho llorar un poco esta mañana antes de depilarme las cejas!
ResponderEliminarayyy!si al final tiro para Almería voy a echar mucho de menos a alguien, sí, a ti, a ti...menos mal que vendré a veros en vacaciones. En serio, gracias por este comentario que me ha llegado al corazón...del todo.
no puedo explicar ,amiga, el nudo que me sube del corazón a la garganta y es que yo, ni aun habiéndolo intentado con todas mis fuerzas, hubiera explicado mejor lo que siento cada día cuando abrazo y miro a mi hija. gracias por estas líneas Y por las lágrimas que hacía demasiado tiempo que no derramaba.
ResponderEliminarMARIA
Compartir esto, ahora, con una madre como tú, y a la vez excelente amiga, me hace inmensamente feliz. Para mí, esta historia es mucho más que un relato corto, y sentir, que para ti lo es también, es algo precioso. Yo no puedo por razones obvias ser y sentirme madre -aunque lo haré algún día- pero saber que puedo expresar ese tipo de cosas y hacer que "alguien" me diga algo tan bonito como lo que me acabas de decir tú, me llena de sentimiento...Sólo puedo decirte gracias. Te quiero, y a tu pequeño ángel también.Sigue viniendo por aquí...
ResponderEliminarpara mí ésto es todo menos un relato corto. nunca he visto tanto significado en tan pocas líneas. vuelto a leer, vuelta a llorar. gracias a tí por tus palabras que siempre me emocionan.
ResponderEliminareres mi escritora contemporánea favorita.
Maria.